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lunes, 28 de septiembre de 2020

Peliteñida

Os cuento: me churrascaron el pelo y soy definitivamente rubia. Todo lo rubia que una rubia puede ser. Súper rubia. Rubísima. Requete rubia. Con todo eso, una pandemia, un estado semidepresivo, un sobrepeso considerable y sin pareja, of course, pues he decidido que se acabaron los dramas. La semana pasada participé en un rollo sobre el sobrepeso y la autoestima en el que saqué una sola conclusión: estamos todas fatal. Sí, de verdad. Resulta que lo normal es ir llorando por la vida y eso no puede ser. Que no, que me niego. Para más inri he encontrado unos diarios de hace 9 años en los que parece que voy a suicidarme de un momento a otro... Y he dicho yo: no puedo con más drama. Mi condición de rubia me lo impide.

Así que como son las 19:54, no he trabajado en toda la tarde, mañana tengo un juicio, me vence un recurso y no tengo ganas de ná, he decidido irme a casa, darme una ducha, ponerme el pijama, hacer meditación y meterme en la cama. Así, ¿qué os parece? Ya mañana me levanto y miro qué hago con mi vida, que hay días que son para dormirlos y no pasa nada...

Pero vamos, que no, que yo en 10 años no sigo llorando. ¿Qué digo 10? Ni un minuto más desperdicio.

Hale.